¿Por qué somos una sociedad tan lastimada?
La violencia no es natural, la agresión como reacción instintiva es un mecanismo para defender la vida, no para lastimarla.
Da pena, pero los seres humanos hemos normalizado la agresión y los malos tratos, especialmente en entornos altamente competitivos.
Los actos de maltrato sin importar quien los cometa nos hacen daño a todos y no deberían ser permitidos especialmente para personas en roles de liderazgo.
Hace unos días mi prima me compartía que su niña de 9 años salió llorando del entrenamiento, una de sus 3 entrenadoras le grito frente a todas las niñas que si el equipo pierde la competencia nacional de gimnasia será por culpa de ella que no se aprieta. Mi sobrina de 11 años dijo fue la coreógrafa, ella es así, siempre nos grita y dice cosas, yo le comentaba que cuando yo era adolescente y practicaba danza un coreógrafo acostumbraba decir cosas como: estás gorda... para presionar a mejorar o esforzarse más.
Es difícil entender y separar como niño la incapacidad emocional y la falta de habilidad en la comunicación asertiva de un adulto, puedes como mi sobrina hacerlo personal y sentirte lastimada o como yo en aquel tiempo pensar esta loco, tonto o ciego que no ve que soy casi puro hueso.
Cualquiera de las 2 contribuye a generar una imagen distorsionada con la que más adelante se tendrá que lidiar para ser un adulto funcional y saludable.
Yo no soy partidaria de tratar a los niños o las personas en general como si fueran de cristal, sin embargo considero que debe existir una cultura de respeto para facilitar la convivencia e interacción social.
El respeto requiere especialmente de quienes tienen un rango o jerarquía mayor el compromiso expreso y puesto en practica de cuidar.
Esto exige no solo la voluntad de no herir, sino el trabajo necesario para proteger la integridad y bienestar del otro.
Lastimar a un niño en el supuesto afán de hacerlo campeón no tiene justificación. Dañar a una persona con el objetivo de hacerla fuerte, competitiva, sobresaliente o disciplinada no funciona. Una persona herida tarde o temprano estalla. Toda represión va a dar por resultado en algún momento una explosión.
Toda persona ejerciendo un rol de liderazgo debería cumplir con un mínimo de 40 hrs. de tutoría socioafectiva o socioemocional, como quieran llamarle, para fines prácticos termina siendo muy similar.
Las emociones se relacionan con el motor de vida e interacción y la afectividad con los patrones de vinculación, al final son un conjunto que hace parte del coeficiente emocional. Si como sociedad queremos apostar por un futuro saludable es momento de que nuestros lideres sean emocionalmente responsables, es parte de tener un mejor carácter.
El coeficiente emocional de una comunidad al igual que el de una empresa se refleja en su cultura y clima. En un clima saludable las personas se sienten seguras y pueden tener confianza pues son respetadas.
Todos tenemos emociones, sentimos frustración, temor, rabia... un líder debe poder manejarlas de modo que no dañe por ello a las personas a su cargo. El la naturaleza todo fue diseñado para ganar y preservar el más alto rendimiento en favor de la vida, para poder verlo y aprovecharlo tenemos primero que respetarlo.
Lleva esto a un terreno corporativo, ejecutivo o formativo de cualquier tipo, si tienes personas a tu cargo estás obligado a trabajar en tu gestión emocional y asumir responsabilidad por el efecto e impacto que tu falta de autorregulación crea en los demás y en los resultados deseados.
A lo largo de mi recorrido personal y profesional he podido ver que casi en todo los extremos son muy similares. En las esferas más altas y en las más bajas se viven patrones muy similares de violencia cunado se desarrolla poder y no liderazgo.
El corazón de nuestra sociedad y la mayoría de las industrias está dañado por una historia llena de repeticiones e inconsciencia emocional.
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